sábado, 27 de septiembre de 2014

Historia Corta Número 6: Maravillada.(Parte 1 de 2)

Puede que al leer la siguiente historia pienses que estoy pirada o algo así. Pero no, por difícil que lo parezca, me considero una personal normal, dependiendo de como califiques tú a alguien "normal". Me llamo Lana, tengo 17 años y vivo al sur de Manhattan. Todas las personas se presentan así, ¿no? Aunque no necesariamente se puede conocer a una persona solo por su nombre, su edad y dónde vive. Para conocer de verdad a una persona tienes que saber su historia, o eso me explicó detalladamente el Sombrerero. Bah, es un tío que está pirado de la cabeza y recomiendo que te tomes una taza de té con él, no perderás el tiempo.
Bueno, que  me voy del tema. He venido aquí a contar mi historia y ya estoy adelantando acontecimientos. Estoy ahora mismo metida en un calabozo de piedra fría, ¿que cómo he llegado aquí? ¡Espérate!¡No seas impaciente!
Escribo esta carta para que veas que no estoy loca (aparte de que me aburro), y que alguien como yo, recuerde que no tenga miedo y que sea fuerte.
Era una noche fía, cuando yo todavía era normal. Vivía con mis padres y con mi hermano pequeño de siete años, el pequeño Rob, que se pasaba el día admirando a la tele como si una figura religiosa se tratase... Mi madre siempre ha sido una mujer trabajadora, se pasa el día hablando por su pinganillo defendiendo a alguien indefendible. Es abogada, por si  no te has dado cuenta.
Papá  es profesor de Literatura en un instituto para casos perdidos, es decir, chicos de secundaria que están hartos de estudiar y para olvidar las penas beben alcohol y se pasan todo el día en la calle.
¿Que qué soy yo? Alguien normal. Chica alta, pelo ondulado castaño, unos grandes y castaños ojos. Me gusta leer una verdadera historia de amor en mis tiempos libres o poder pasear por los campos del parque. Me gusta la música y toco el violín. Amo el chocolate y sobretodo la ropa de Springfield.
Sí, soy normal.
Cerca de la ciudad, han montado una gran feria donde, a altas horas de la madrugada, los jóvenes de mi edad se reúnen para poner un poco de música y beber todo lo que se le pase por la cabeza. Bonnie, mi mejor amiga, y yo, íbamos esa noche a la fiesta.
Me duché y me puse mi camiseta verde, abierta por la espalda y mis pantalones cortos negros, hay personas a las que le da igual la ropa con tal de ir guapos. Para mí, la ropa describe mucho de una persona.
Bonnie entró dando saltos a mi habitación.
-Hola Morenita-me saludó.
-Hola Pelirosa-le contesté.
Ah, por si no lo he mencionado antes, Bonnie tiene el pelo rosa. No, no nació con ese color de pelo, ¿estás loco? Se lo empezó a tintar cuando comenzamos secundaria y ahí lo lleva.
-¿Has visto a John del equipo de fútbol?-me preguntaba mientras nos pintábamos los labios y nos hacíamos la raya en el ojo, en el baño de mi habitación.
-Sí, me suena. ¿El tío ese musculitos?
-El mismo.
-No esta mal...
-Va a ir esta noche a la fiesta-me dice emocionada-, esta noche me tengo que enrollar con él sí o sí.
Ambas estallamos en risas.
Bueno, me salto la parte donde nos montamos en el coche, llegamos a la fiesta, bebemos tres o cuatro vasos de lo que sea que nos echaron; me salto también la parte en la Bonnie se lía con el del equipo de fútbol, etc, etc.
Vale, creo que aquí continuaré contando la historia.
Me meaba.
Sí, tenía ganas de orinar.
Se lo dije a Bonnie y ella decidió acompañarme. Nos alejamos un poco de la feria y nos dirigimos al bosque cercano, donde me puse a orinar y Bonnie a vigilar.
Mientas hacía mis necesidades, vi a lo lejos, en el interior del bosque, una luz azul... Pero no parecía una bombilla, parecía una...una llama.
Sí como lo lees, una llama azul.
Cuando terminé se lo dije a Bonnie.
-¿Una llama azul? Estás borracha.
-No, la he visto con mis propios ojos, mírala.
Giramos las dos el cuello, y le señalé. Ahí estaba.
-¿Lo ves?
Me giré y...
...y Bonnie no estaba.
-Bonnie, no me gustan estas tonterías, sal de donde estés.
Miré de nuevo para el fuego azul.
Giré el cuello, en dirección a la feria y... no había feria.
Había desaparecido.
Vale, tengo que reconocer que en ese momento me cagué viva de miedo. No sabía que hacer, anduve cerca de la feria y no había nadie, no había ni atracciones ni restos de las botellas de alcohol ni nada... Mientras tanto, la luz azul seguía emitiendo su estúpido brillo.
Me acerqué, me acerqué lo suficiente para darme cuenta que la llama azul, esta flotando en el aire. Es de locos, lo sé. Un fuego fatuo.
De repente, y sin darme cuenta de lo que sucedía, empezaron a aparecer similares llamas, una detrás de otra, formando un camino.
Aparecieron como quien sopla las velas en una tarta de cumpleaños. Seguí el camino, parecía como las películas de terror, que me llevarían a casa de un malvado asesino, pero sin pensarlo, seguí caminando.
¿Dónde estaría Bonnie?, pensaba, y me repetía a cada paso. ¿Cómo puede haber desaparecido la fiesta?¿Tendría razón Bonnie con lo que estaba borracha? Vale, en ese instante, tenía miedo. Tenía miedo de cualquier sonido. La oscuridad en el bosque reinaba junto a la soledad, y los animales nocturnos eran mi única compañía. Empecé a correr, siguiendo el camino de fuegos fatuos. Estaba asustada, no podía más. Me di cuenta de que las lágrimas brotaban de mis ojos como dos grifos de agua.
Se me calló un zapato, pero seguí corriendo, notaba la presencia de que alguien me perseguía. Me pinchaba con cada aguja de pino que había en el suelo, pero es de esos casos, que la adrenalina sacia el dolor.
Llegué a tal punto que los fuegos se extinguieron. Fin del trayecto. Algo se movía detrás de mi, y la ansiedad reinaba en todo mi ser. Ante mí, un robusto árbol, de tronco más grueso de todos los que me había encontrado en ese bosque,  el camino de fuegos fatuos llegaba hasta ahí. ¿Por qué era tan importante este árbol?
Hasta que me di cuenta. En la parte inferior del árbol, se abría un pequeño agujero, lo suficientemente grande como para que una persona cupiera dentro. La figura que me perseguí se acercaba cada vez más, la oía. ¿Me estaría persiguiendo a mí?
La distancia entre nosotros menguó, solo me quedaba un camino y una opción, sino quería vivir el peor de los finales.
Me arrastré dentro de la abertura de el árbol, hasta que todo mi cuerpo quedó sumergido en el interior del tronco.
Y sentí que caía al vacío.


Fui una vez a un parque de atracciones. Fue en mi cumpleaños de 15 años. Papá nos llevó a toda la familia. Ahí es donde de verdad sentí yo el vértigo y como la adrenalina quemaba en mi cuerpo. Algunas veces, la vida es como un parque de atracciones, llena de subidas y de bajadas, caminos curvados hacia nuestro objetivo que nos puede llevar al mareo o a la peor elección; sintiendo que te la juegas con cada elección y que tu vida puede cambiar en un pestañeo; superando tus miedos y tus defectos.
Pero no sentí lo que sentía cuando caía al vacío, justo después de cruzar la abertura del árbol. Caía como en un túnel. Caía al vacío, reviviendo cada momento de mi vida y con la idea clara de que, cuando chocase con el suelo, iba a morir.
Vi luz bajo mis pies, el final se acercaba.
Pero justo cuando salí a la luz, esperaba encontrarme con un suelo duro que me mataría, pero noté algo blando debajo de mi. Era como una especie de colchón. Suspiré de felicidad y de alivio. Tras dos o tres minutos acostada, y sobrepasando lo que acababa de pasar, me levanté y miré a mi alrededor.
Estaba en un pasillo ancho, de paredes de terciopelo rojo muy bien cuidadas. El pasillo era larguísimo, no lograba ver el final. El suelo estaba compuesto por un parqué que parecía recién puesto. A ambos lados había dos puertas. Probé con la de la izquierda. Una fuerte puerta de madera con un pomo de metal.
Cerrada.
Probé con la de la derecha, una puerta de metal con pomo de madera.
Cerrada.
Tenía ambos caminos bloqueados por lo que seguí hacia delante.
Cada dos metros caminando encontraba otras dos puertas, que probé y me volvía llevar el chasco de que estaban cerradas, por lo que seguí avanzando. Todo aquello me mareaba, llevaba recorridas ya 50 puertas, todas diferentes: de cristal, una con espejos, una con doble puerta, una de yeso, otra de ladrillos...
Cansada de probar puertas y no conseguir una salida me senté al lado de una que era de color dorado. Todo lo ocurrido era muy extraño. Lo de Bonnie, lo del agujero, todo. El miedo por no salir de ese lugar desconocido para mí,  hizo que brotaran de mis ojos dos lágrimas que recorrieron mis mejillas, todo era muy extraño.
Cansada de llorar, me dormí, haciendo compañía a dos puertas solitarias. Una chica con el pelo despeinado, con una camiseta abierta verde, y mis pantalones negros. La única diferencia es que en un pie seguía teniendo un zapato, y el otro se había quedado desnudo. Hasta ese momento no me di cuenta de que había perdido un zapato.


Un sonido agudo me despertó. Era como el sonido de un grillo, o de algo raro.
Me levanté. Seguía en el mismo sitio donde me dormí, al lado de una puerta dorada,  y enfrente de una plateada. Me puse de pie, buscando señales de ese sonido, hasta que me di cuenta de que era una pequeña cucaracha la que emitía ese sonido.
Pegué un grito al encontrármela, mirándome.
Me dan mucho asco, no puedo ni verlas.
La cucaracha no se movía, solo zarandeaba sus dos antenas, en la que en una de ellas había una etiqueta donde ponía.

Kill me.

Que significa en inglés: "Mátame".
No sabía a qué juego estábamos jugando, yo y quien sea que me hubiese metido aquí.  Me estremecí, todo era muy extraño. Pero opté por continuar el juego.
Levanté el pie donde todavía conservaba el zapato, y lo presioné sobre la cucaracha.
De repente, sentí algo extraño en mi cuerpo, fue como si me encogía. 
Literalmente.
Noté como mi cuerpo se hacía pequeño, y por suerte, mi ropa también. Quedé más pequeña que un grano de arroz. ¿Pensáis que es malo hacerse tan pequeño? Pues hay otra cosa peor que menguar.
La cucaracha que intenté aplastar...seguía viva.
Era gigante( bueno, técnicamente, la pequeña era yo), y empezó a mover un orificio que califiqué como una boca.
-¡AHHHHHHHHHHHHH!-grité a todo pulmón.
Empecé a correr por el pasillo. La cucaracha me perseguía y mis piernas hacían el mayor esfuerzo que han hecho en su vida.
La cucaracha me seguía, haciendo unos ruidos muy extraños. en ese instante, sabía que moría. Que la cucaracha me iba a atrapar y Game Over, fin del juego.
Seguí corriendo, pasando delante de puertas, que seguramente estarían cerradas. Por suerte, corría más que la cucaracha y pude conseguir metros de ventaja, pero no podría detenerme en ningún momento.
Llegué a un momento de la persecución donde me fatigaba, no podía más, iba a caer rendida en el parqué. El pasillo no acababa y no llegaba a las puertas para probarlas, por si alguna abriría. Iba a morir devorada por una cucaracha.
Suena ridículo, lo sé.
Ya me imaginaba mi lápida:


Lana Parks, 17 años.

Fallecida por ser aplastada por una cucaracha

R.I.P
Tus familiares y amigos te quieren.

Un atisbo de esperanza me recorrió el cuerpo, al ver una pared al final del pasillo, y por suerte, una puerta... DE LA MISMA ESTATURA QUE TENGO AHORA MISMO.
parecía como en los sueños, que quieres que pase lo que quieras. ¿Y si era eso? ¿Un sueño?
Justo cuando llegué a la pared, le sacaba a la cucaracha una distancia de 20 metros, por lo menos. Abrí la puerta, y me arrepentí de haberlo hecho. Al otro lado de la puerta, no había ninguna habitación ni nada.
Exactamente, eso era: nada.
Estaba a kilómetros de altura, había una caída libre que daba a una gran selva.
No sabía que hacer, o me quedaba allí parada y una enorme cucaracha me comía, o saltaba al vacío, hacia una selva o lo que sea eso, lleno de arboles y animales raros.
La elección de mi vida.
Morir o morir.
La cucaracha estaba a dos metros de mí, y no sé que hice, que la adrenalina recorrió mi cuerpo y salté. Salté al vacío.
Para que luego me llame a mí misma normal.
Sinceramente, me estaba volviendo loca.


Caía, caía al vacío, esta vez no tendría ningún colchón salido de la nada para salvarme.
Gritaba, pero a medio camino me quedé sin respiración.
Quedaban 900 metros para chocar contra el suelo.
Las lágrimas empezaron a inundarme.
600 metros.
Me acordé de Bonnie y de toda mi familia.
500 metros.
No tendría ni familia, ni más amigos.
200 metros.
No podría enamorarme.
100 metros.
No podría volver a ser... normal.
El suelo se acercaba, sí, iba chocar.
¿Era ese mi final?


Pues parece que no.
Tengo que reconocer que tengo más vidas que un gato.
Justo cuando caía, caí en un enorme girasol( aunque repito, la pequeña era yo). Caí en el polen, rodeada de grandes pétalos amarillos. No pude evitar soltar una carcajada de placer y de vida. Bajé por el tallo, y noté bajo mis pies una tierra húmeda. Había un césped, que para mi estatura parecía una selva tropical, y cada vez me introducía más en aquella aventura.
Tras esquivar varias hojas y pequeños charcos que para mí, parecían el Lago Michigan, quedé rodeada por una masa de humo, pero más que humo parecía...vapor.
-Hola-dijo una voz que siseaba detrás de mí.
Me di la vuelta, y no vi nada.
-Estoy aquí-dijo dándome golpes en la espalda.
Me giré y de nuevo, no había nadie.
-¿Quién anda ahí?
Giraba la cabeza hacia todos los lados por si lo veía, pero fue en vano. Ante mi, apareció flotando, un gran gato morado, con una sonrisa pícara y unos dientes afilados, que parecían agujas.
Grité del miedo, mientras él se reía.
¿Un gato que flotaba?
El miedo se apoderó de mí, y empecé a correr. Salté tierra, gotas de agua y esquivé trozos de césped enormes, hasta que juraba que lo había dado por perdido. Del cansancio me tiré en el barro, manchando el último pantalón que me pondría en mi vida.
-¿Te has cansado ya?-dijo el gato detrás mía.
Me levanté y me puse vacilante con él.
-¿Quién eres?Mejor dicho, ¿qué eres?
Él seguía riéndose, con aquella sonrisa diabólica.
-Me llamo Cheshire-dijo entre risas agudas-, ¿y tú eres?
-Una chica que como le toquen mucho las narices empieza a meter hostias que se queda sola-dice vacilante. En esos momentos de temor, me suelo poner muy agresiva.
Cheshire se calló un momento al oírme decir eso, pero a continuación, empezó a desternillarse de la risa.
-Al Sombrerero le vas a encantar-dijo-, sígueme.
-No te voy a seguir-le dije cruzándome de brazos.
-Pues quédate aquí-dijo entre risas.
Estaba enfadada y muerta de miedo al mismo tiempo. El gato se adentraba en la selva flotando, sin la menor preocupación.
-Cheshire-él giró la cabeza-, ¿hacia dónde tengo que ir?
Él se dio la vuelta.
-Eso depende de adonde vayas.
-No se a donde voy.
-Entonces cualquier camino es bueno.
Y con las mismas, se volvió girar y se fue flotando.
No pude aguantarme, y me tuve que tragar mi orgullo.
Decidí seguirle.


El camino fue algo largo, hasta que llegamos a un claro donde había un molino destartalado, y al lado, una larguísima mesa con un mantel de seda y una vajilla de cerámica muy bien cuidada.
Presidiendo en la mesa, sentado en un gran trono viejo, estaba sentado un hombre joven, de piel muy pálida, pelo naranja a lo afro y un gran sombrero de copa encima de la cabeza.
-Tenemos visita-anunció Cheshire.
En la mesa sólo estaban sentados, aparte del tío de el sombrero, un conejo que podía sostenerse en pie y que no paraba de moverse y una ratita hiperactiva.
El tío del sombrero se puso en pie, y abrió muchos los ojos.
-UNA VISITA-gritó.
Entre los tres empezaron a tirarse platos y tazas de té, hasta que toda la vajilla estaba rota.
-¡Estais todos locos!-grité.
El tío del sombrero me miró. Se levantó y anduvo hacia mí. Llevaba un camisa blanca y un chaleco marrón encima. Como pantalón, llebaba unos tejanos bombachos y unas calcetas de arcoiris como calcetines...y en los pies...llevaba unos zapatos de charol negro, pero el zapato izquierdo se lo había puesto en el pie derecho, y el zapato derecho en el pie izquierdo.
Yo había menguado, por lo que el tío del sombrero me parecía gigante. Me puso una mano en el suelo para que me subiera y eso hice. Me levantó y me puso a la altura de su cara.
-¿Cómo nos has llamado?-dijo seriamente.
Temí por mi vida, por lo que aquel tipo podía hacerme.
-Locos-dije-, pero no os lo toméis enserio y no me hagáis...
Las risas de todos me interrumpieron.
-¿Qué os hace tanta gracia?
Todos siguieron riéndose menos aquel hombre que me sujetaba.
-Dos cosas nos hacen gracia-dijo entre respiración entrecortada de la risa-. Una es que ya sabemos que estamos locos y nos gusta que nos lo digan. Y la segunda es que nos llamas locos tú, una chica despeinada, enana, llena de barro y solo con un zapato. Me puedes llamar Sombrerero.
-Lana.
-Uy que nombre más bonito.
Me dejó encima de la mesa, rodeada de una vajilla rota.
-Me gustaría que me contases qué hago aquí.
El Sombrerero se rió con sus amigos. Empecé a estar harta.
-Mira, puede que ahora mismo sea una niña con un tamaño de bicho-dije aproximándome al Sombrerero-, pero me he caído por un agujero, me ha perseguido una cucaracha, he menguado y me habéis echo tirarme al vacío-dije cogiendo un cuchillo afilado que para mi estatura parecía una lanza-, pero o me explicáis ahora mismo qué hago aquí, u os meto a cada uno una puñalada, ¿Os queda claro?
Ellos siguieron riendo.
El Sombrerero me sentó al lado suyo en la mesa, y estuvimos charlando buen rato. Me impresionó que la rata y el conejo loco también pudieran hablar.
-Querida, vamos a pasear un rato y te daré lo que buscas-me dice el sombrerero.
-¿Respuestas?
Asiente y sonrío.
Primero me dio un trozo de tarta que me hizo obtener mi tamaño natural, después, dejamos atrás el molino y paseamos.
Me habló de el País de las Maravillas, el sitio donde estábamos.
-¿Y por qué he venido yo aquí?-pregunté.
-A ver,  una vez, una tal Alicia visitó nuestro país, ella trajo la gloria y la prosperidad a nuestra tierra, pero decidió marcharse, volvió al mundo Mortal y todavía esperamos su regreso-explicó, y a continuación sonrió-. Dos hermanas siempre han luchado por la corona, la Reina Blanca, nuestra buena y actual reina, y su malvada hermana la Reina Roja. Gracias a Alicia, la reina Blanca pudo gobernar y traer la paz al País.
-¿Y por qué vino Alicia y no otra persona?
-Este país está formado por imaginación-explicó-, Alicia era una niña muy imaginativa, que hasta la tomaron por loca, pero no. Después de ella, vinieron más personas con una imaginación increíble: escritores, diseñadores, arquitectos, de todo tipo. Unos deciden quedarse y otros volver.
Me quedé pensativa... Estaba en un país surrealista donde la imaginación es la única regla. Un mundo donde la gente interacciona con animales, o tiene comida para cambiar de tamaño.
-Entonces yo estoy aquí porque...¿tengo mucha imaginación?
El sombrerero asintió.
-¿Sabés qué?-me dijo, giré la cabeza en su dirección-, me recuerdas a ella, a Alicia. Todo el mundo, cuando viene se cree muy fácil todo esto, pero como ella, tú piensas que todo esto es irreal, ¿me equivoco?
Negué con la cabeza.
Me senté en un tronco caído y me pongo a mirar el cielo naranja.
-¿Crees que he perdido la cabeza?-le digo.
-Eso me temo... Estás majareta, loca, chiflada. Pero te contaré un secreto...las mejores personas lo están.
Sonreí, al final, tanta caída no tenía nada de malo.
-Entonces, ¿Qué vas a hacer Lana?¿Te quedas o te vas?
Tenía una duda clara, quería irme, y utilizar esa imaginación mía como arma para el futuro, pero por otra parte...si me quedaba...vivir en un mundo irreal, fantástico, que cualquier persona quiere vivir, donde la felicidad se muestra en cada una de las personas que viven aquí...
-Lo siento Sombrerero, pero... tengo que irme...todo el mundo al que quiero está en mi...
Chasquido de los pasos de un montón de caballos me interrumpieron. Y miré a lo lejos del claro. Mas o menos treinta caballos negros vestidos con sillas rojas, con jinetes encima que vestían armaduras del mismo color, se aproximaba hacia mí.
-Oh no-dice el Sombrerero.
-¿Qué son?
Él parecía realmente asustado, mientras que yo, dubitativa, lo miraba a él y a los caballos, como si de un partido de tenis se tratase.
-¿Quienes son?-repetí.
-Los jinetes de la Reina Roja-me dijo mirándome-, Lana, corre, métete en la selva, corre.
Eso hice, todavía faltaba un largo trayecto para que los jinetes llegasen, pero el Sombrerero parecía asustado. Me metí entre los árboles, corriendo, encontrándome flores que tenían caras y gotas de agua con vida, pero no me detuve.
Sea quienes sean aquellos tipos, no tienen que ser de los buenos. No pensé nunca que un tío tan sonriente como el Sombrerero se pudo poner tan serio cuando aparecieron los caballos. No sé que quieren de mí, ni por qué son un peligro. ¿O el peligro era yo?
Tras correr lo que me parecieron veinte minutos, empecé a oír chasquidos de caballos, que me hicieron acelerar el paso. Parecía Blancanieves, metida en el bosque nocturno y asustada. Solo que yo nunca encontraría una casa con enanitos, sino algo peor.
Los chasquidos se aproximaban y ya podía oír los "Arre" y algunos "So".
Correr no iba a ayudar mucho, por lo que se me ocurrió una idea. Esconderme. Lo hice en el interior de un arbusto, donde tenía visión directa para poder ver a los jinetes, que se pararon justo enfrente de mi arbusto.
-Las huellas acaban aquí-dijo uno, con voz masculina.
Se bajó del caballo, y pude verlo con detenimiento. Era un chico alto, casi de mi edad, bien ejercitado y delgado. Tenía el pelo corto y muy oscuro, que realzaba por su pálida piel. Era realmente guapo. Miró a los alrededores, y se fijó en mi arbusto. Me miró. Me miró con unos ojos azules que mataría por poder ver todos los días de mi vida.
Pero el juego se acababa allí, pero...por mi sorpresa, el chico me guió un ojo.
-Aquí no está, la hemos perdido- le dijo a sus compañeros desde atrás.
-¿Cómo que no está?-dijo otro soldado. Se puso al lado de él. Parecía su padre. Ambos tenían los mismos rasgos, sin embargo, este tenía el pelo largo, sujeto en una coleta.
-Es imposible...¿Cómo se va a ir? ¿Volando?-dijo el hombre.
-Puede ser-le dijo el chico-, papá, muchos nuevos exploradores pueden..
-No me llames papá mientras estemos de servicio-le interrumpió.
Sí, era su padre.
No me había equivocado.
¿Ese chico me había salvado la vida? Podía haberme delatado, pero no lo hizo. Permanecí escondida, pero no me había librado de ellos. El padre me buscaba, repasando los lugares por donde su hijo había buscado. El chico parecía asustado. ¿Asustado de qué? ¿De que me encontrara?
Es difícil responder a esas preguntas, preguntas retóricas que sólo él debía de saber la respuesta.
El padre se acercaba al arbusto, y noté una mano en el pescuezo, que me obligó a salir del escondite.
-¿Con  que aquí no estaba eh?-decía el padre mirándome, refiriéndose a su hijo.
Me cogía muy fuerte del cuello, por lo que no podía respirar.
-Sean-le dijo a su hijo, mientras me ataba las manos-móntala en tu caballo, la llevaremos ante la reina roja.
Sean. Se llamaba Sean.
Sean, mi salvador.
Sean, mi príncipe.
Sean, mi cazador.
-Lo siento-me dijo ya montados en el caballo, que empezó a correr.
¿Se estaba mofando de mí?¿O lo sentía de verdad?
Yo creo que lo sentía de verdad.

Me llamo Lana, y estoy Maravillada.
Me vida entre palabras.




Fin de la Primera Parte





Adaptación de Alicia En El País De Las Maravillas, obra de Lewis Carrol.








12 comentarios:

  1. Hola!!!
    Me encanto la historia! Todo lo pude imaginar increible en mi mente y fue algo maravilloso, muero por saber que le paso a Lana, que pasara con Sean! Oh dios que buena historia c: gracias por compartirla!

    Saludos :3

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    1. gracias, me ha gustado mucho que te encare la historia. Dentro de poco subiré la segunda parte. Estate atenta!!!
      saludos :)

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  2. Me ha gustado mucho. Deseando saber más sobre esta historia. Me encanta tu blog. Saludos!!

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  3. Para cuando la segunda ??? La verdad que tengo que reconocer que tenias razon , la historia muy buena ....

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    1. gracias.
      la segunda parte la estrenaré esta semana o a la que bien. Estate atento!!
      saludos.

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  4. ¡Hola!

    Muchas gracias por pasarte ^^
    ¡Me tienes un rato ya enganchada a la pantalla leyendo (y eso que no me gusta leer en el ordenador jaja) Está muy bien, esperaré a la segunda parte para ver qué pasa con Lana, Sean...
    En fin, muy bien.
    Si me permites un consejo (no sé si lo habrás hecho ya, quizás llego tarde) registra tus historias antes de publicarlas en la red, no te las querrás encontrar algún día como un betseller firmadas por otro autor ^^

    ¡Un saludo!

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  5. Quiero más!!! Me ha gustado mucho! Gracias por avisarme, sin duda avísame cuando tengas la segunda partee <3

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  6. Holaa^^
    La verdad es que es muy bonita :")
    Un beso<3

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  7. Hola! me gusta mucho tu blog y por eso te he nominado a un premio, pasate por la entrada con todas la reglas y preguntas que tienes que responder: http://thingsofletters.blogspot.com.es/2014/12/primera-nominacion-los-premios-mejores.html

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    1. gracias por la nominación, y me alegro de que te guste mi blog. :)
      Graciassss

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